Los fosos son antiguas trampas para los lobos. Este animal, hoy protegido, fue durante siglos víctima de persecución, motivada por el miedo que le causaba a los habitantes de la sierra por estar asociado al más allá y también por los ataques que perpetraba a los animales que pastaban en las sierras. Estas construcciones, hoy patrimonio cultural, surgen apenas en el norte de la Península Ibérica.
El Foso de los Lobos de Fafião está considerado como uno de los mejor preservados de la Península Ibérica y para la comunidad local representa un símbolo de su historia y cultura y de las luchas vividas entre hombres y lobos.
Es una estructura en granito de paredes convergentes, siendo el hoyo de planta circular. Los muros o paredes suman unos 64 metros de largura, con 2,17 metros de altura media, que convergen para la boca del foso (hoyo), para donde eran atraídos los lobos en la secuencia de una batida. Se cree que era utilizado sobre todo en el invierno, época en la que los agricultores conducían el ganado caprino y bovino para el Monte de Baixo, localizado al sudoeste de la aldea y delimitado por los ríos de Fafião y Cávado. El hoyo del foso era escondido con madera colocada horizontalmente y una corona de ramajes, fácilmente superado por el lobo. Los cazadores, munidos de armas, impedían la fuga del lobo entre las aguas de los ríos, guiándolo hacia el foso, donde lo esperaban hombres listos a disparar. No se conoce la fecha de su edificación, pero se cree que data del siglo XVIII, sabiéndose apenas que fue recuperado a mediados del siglo XIX y en las décadas de 1980 y 1990 se realizaron obras de recuperación y limpieza.