Los fosos son construcciones antiguas que servían como trampa para los lobos. Este animal, ahora protegido, fue durante siglos perseguido por el miedo que generaba en los habitantes, quienes a menudo veían como sus rebaños eran atacados por el temido lobo. Estas construcciones, hoy símbolo de la cultura local, surgen apenas en el norte de la Península Ibérica, existiendo dos tipos principales: fosos de convergencia y fosos de cabrita.
El foso de la Portela da Fairra es un ejemplo de foso de cabrita, distinto de la mayoría de los fosos que existen en el Parque Nacional, de convergencia. Su estructura es casi circular con paredes en granito, y en su interior era colocada una cabra para atraer al predador, el lobo. De esta forma no era necesario hacer una cacería al lobo, como sucedía en los fosos de convergencia.